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Síntesis temática

Distintas ciudades y pueblos de la Argentina han sufrido graves inundaciones en los últimos años, tal es el caso de Tartagal, en la provincia de Salta, Santa Fe capital y San Antonio de Areco en la provincia de Buenos Aires. En estos casos y en otros–incluyendo también los que refieren a desastres detonados por otros eventos naturales– las explicaciones predominantes en los medios de comunicación y en los discursos proferidos por las autoridades, tienden a vincular las causas del evento natural y del desastre mismo, con procesos relacionados únicamente con mecanismos físicos y naturales, como por ejemplo, las excesivas precipitaciones en el caso de las inundaciones. En consecuencia, ante este esquema de interpretación surge la idea de “desastre natural”, ocultando las dimensiones social, política, económica y cultural que entrañan las causas que los desencadenan. Desde dicha perspectiva, quedan relegados del análisis y de la toma de decisiones, una multiplicidad de factores intervinientes.

Una recurrencia típica -respondiendo a esta cuestión y a otras de carácter presupuestario- es la debilidad que adquieren las respuestas institucionales frente a la situación de crisis social que se presenta ante cada inundación de considerable magnitud. El accionar de los gobiernos y sus esfuerzos están dirigidos únicamente a mitigar los daños ambientales “durante” del desastre. De esta forma se deja de lado la adopción de políticas integrales de prevención que atiendan la complejidad del fenómeno y los componentes estructurales que forman parte de los factores causantes: una gestión del riesgo que tienda a disminuir la amenaza existente en la dinámica natural y tecnológica a la que se encuentran expuestas muchas sociedades.

La inundación en San Antonio de Areco ocurrida en el año 2009 -por el desborde del río Areco que atraviesa el casco urbano de la ciudad- no escapa a este marco. En efecto, constituye un caso emblemático en lo que respecta a desastres ambientales en la provincia de Buenos Aires teniendo en cuenta su dimensión catastrófica. Es la tercera gran inundación que azota a esta ciudad, las anteriores ocurrieron en los años 1912 y 1980, aunque sus impactos sociales no tuvieron la dimensión de la del año 2009. El hecho tuvo una importante difusión en los medios de comunicación y demandó de una rápida respuesta por parte del gobierno provincial, que estuvo principalmente dirigida al socorro y la asistencia social.

En teoría, al hablar de desastres hacemos referencia a una situación detonada por un fenómeno natural o tecnológico, que afecta a una sociedad dada. En el caso de San Antonio de Areco, el fenómeno de la inundación desató una situación de desastre que implicó: una víctima fatal, 3000 personas evacuadas, pérdidas de bienes materiales, amplias áreas anegadas (especialmente los barrios periféricos y el casco histórico de la ciudad), paralización de la ruta nacional Nro. 8 durante el periodo de anegamiento. A su vez, esta situación obligó a interrumpir la actividad turística, principal ingreso económico de la ciudad. La dimensión del desastre puso en evidencia la situación de vulnerabilidad en la que se encontraban los grupos sociales afectados y las instituciones para afrontar un hecho catastrófico. Los grupos sociales más afectados fueron los que se encontraban a la vera del río.

La no adopción de una gestión de riesgo por parte de las esferas políticas e institucionales conllevó a una situación de incertidumbre social y política al producirse las inundaciones. Desde el 26 de diciembre y en los días sucesivos en que perduró el anegamiento, los esfuerzos y las tareas en respuesta a la situación de crisis social, estuvieron dirigidas a mitigar los impactos catastróficos. Efectivamente, en los centros de evacuados se ofrecieron víveres, ropa, frazadas y otros elementos esenciales a los damnificados para ayudar a afrontar el desmadre. Asimismo, se llevó a cabo el reparto de agua potable y se instalaron puestos móviles de potabilización de agua, limpieza del cauce del río Areco y tareas de saneamiento para evitar la propagación de enfermedades. En este proceso de asistencia social, intervinieron actores del ámbito local como por ejemplo un comité de crisis encabezado por la intendente de la localidad, y del ámbito provincial y nacional, el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires y el Ejército Argentino. Asimismo, cabe destacar el importante rol que desempeñaron las distintas organizaciones comunitarias compuestas por vecinos autoconvocados en el emprendimiento de tareas solidarias de resguardo y asistencia social.

Considerando la necesidad de superar las visiones hegemónicas que sólo refieren a los fenómenos naturales como única causa de los desastres, en este caso, se apela a perspectivas que hacen hincapié en la multicausalidad que entrañan los mismos. De esta manera se abre paso al reconocimiento de los procesos de orden natural y social que intervinieron como factores causantes de las inundaciones en la ciudad y que forman parte de los componentes que constituyen el riesgo en su dimensión conceptual, es decir, vulnerabilidad social y amenaza.

En efecto, se identifican como causas naturales, constituyentes de la amenaza, a las copiosas precipitaciones que se dieron en la localidad y que sumado a las características del relieve de llanura, no permite una rápida escorrentía del agua favoreciendo la anegación. Como causas sociales identificamos uno de los componentes centrales de la vulnerabilidad social: la exposición a la amenaza, refiriéndose la misma a la distribución espacial de personas y bienes que se encontraban en zonas bajas cercanas al río Areco y por ende, susceptibles de ser afectadas por la inundación. El análisis de este último factor al que se hace referencia, nos permite indagar acerca de cuestiones como por ejemplo las que se relacionan con las características que asumió el proceso de ocupación territorial, las condiciones sociales y económicas del sector social involucrado en este proceso, las implicancias políticas e institucionales relacionadas con la planificación urbana en particular y la regulación en los usos del suelo en general.

Por otro lado, identificamos como otra de las causas sociales a la ampliación del monocultivo de soja transgénica, proceso que implica la reducción de áreas de la cuenca hídrica susceptibles a la infiltración del agua. En relación con este aspecto, otra cuestión que asume el rasgo de factor causante, es la construcción de canales clandestinos para evitar la inundación de campos dedicados a la producción agrícola, en su mayoría a la producción de soja, que favorecieron el vertido de agua hacia el río a través de los mismos. Este hecho fue denunciado por los vecinos que se vieron afectados y representantes del gobierno provincial y nacional, éstos últimos acudieron a la consulta de técnicos y especialistas para verificar la influencia de los canales en el proceso de anegamiento. Teniendo en cuenta esta hipótesis, caben interpelaciones sobre el rol efectuado por los organismos oficiales encargados del control de obras públicas y privadas en la región de la cuenca hídrica, como así también, interpelaciones acerca de los intereses que guían el comportamiento de determinados grupos sociales.

En conclusión, amenaza y vulnerabilidad se conjugaron en un proceso que fue configurando una situación de riesgo social propenso al desencadenamiento del desastre, detonado el 26 de diciembre del 2009 al desbordar el principal río de la ciudad.